
Solía considerar que llamarme feminista y reivindicar el movimiento como tal era una necesidad, que la gente se tiene que acostumbrar a escuchar esta palabra y no pensar en lesbianas gordas, rapadas y con camisas de franela quejándose con voz chillona de cosas incómodas. Sin embargo, me he dado cuenta de que utilizar ese término mantiene la idea de que la mujer es una víctima pasiva a la que hay que subir en brazos para que llegue a coger el tarro de las galletas que está sobre el armario. A parte de ser unidireccional.
Así que después de haberme llamado durante bastante tiempo feminista, hoy me reconvierto en anti-sexismo. O simplemente en persona libre.
De todas formas, siempre puedo volver a cambiar el título.
Foto de NightDragonFly
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