Sólo será posible llegar a la liberación social erradicando el sexismo. -KurtCo

Un día cualquiera

lunes, 8 de marzo de 2010

Qué fácil me resultaría empezar esta entrada con un triunfal: "Soy mujer, sin estudios superiores y con trabajo". Qué banal celebrar hoy mis propios logros. Y sobretodo qué soberbia.

Como si la conquista terminara aquí. Como si nos hubieramos contentado con el fin de la inquisición y la gente se quedara tranquila en casa mientras sus hijas e hijos juran banderas o reciben lecciones bajo la atenta mirada de Jesús crucificado en la pared.

Como si esto hubiera terminado.

Leo en un artículo de un blog de público que la regresión social amenaza con tirar nuestra torre de Jenga. Sin embargo dudo mucho que esa regresión se mantenga, por mucho que me parta el alma. Y no es que no despierten en mí deseos que implicarían quebrantar la declaración de los derechos humanos cada vez que llega a mi atención alguna de esas historias de niñas sin clítoris, violadas por hombres incultos que albergan la esperanza de curarse del SIDA, de mujeres que mueren tras ser vendidas y compraads incontables veces sin que sus asesinos vean jamás a un tribunal.

No es que no me desagrade toda esa ponzoña y escoria que puebla el mundo y que mantenemos calladita bajo la almohada cada noche, secondida detrás de nuestras conciencias. No es que no me desagrade que, además, sólo nos dignemos a mirarla y decir "ay, qué asco" cada vez que alguna ola negra y putrefacta rompe los cristales supuestamente blindados de nuestro crucero occidental.

Como digo, no es que no me desagre. Me desagrada. Sin embargo hoy va a ser un día en el que celebraré iniciativas, ya consolidadas como movimientos, de mujeres que no son de occidente, mujeres que nacieron y surgieron de esas sociedades que ahora sufren de regresiones (hago el acto de fe de aceptar sin rechistar las afirmaciones del artículo anteriormente mencionado). Mujeres que han logrado romper la barrera del miedo, recelo y desconfianza de sus compatriotas para ofrecerles algo diferente. Una posibilidad de salir de esa espiral de miseria, odio y humillación que suponen según qué culturas, pero sin salir de ella. Es decir, vivir en el mismo sitio, pero en una comunidad diferente

Mujeres como Somaly Mam que habiendo vivido el horror en carne propia no alberga inocentes esperanzas de que con sacar a una niña de un burdel y darle un plato de arroz va a tener una vida mejor. Mujeres como Rugiatu Turay que lucha contra la ablación del clítoris.

Hoy no me congratularé de mis propios logros. Hoy me sentiré feliz y llena de energía gracias a todas aquellas mujeres que se dejan la piel, a veces literalmente, en una lucha que ya ni siquiera es por la igualdad, sino simple y llanamente por que las dejen en paz. En paz con su cuerpo y con su mente.

Y porque las mejoras en occidente no dejan de ser necesarias, quiero agradecer a todas aquellas mujeres que día a día consiguen cambiar el mundo a base de seguir adelante. De ignorar los tabúes, los intentos de represión de viejos retrógrados. Gracias a todas las que gritáis y mordéis cuando se os pisa. Gracias por que yo a vecse no tengo la fuerza necesaria.

Por último os animo a que visitéis a las Guerrilla Girls, cuyas reivindicaciones en clave de humor son una brisa de aire fresco para una lucha que a veces se enquista un poco. No sirve de nada avanzar si no se puede disfrutar del avance. Más vale una sonrisa ante el mal tiempo que una depresión bajo el sol.

Imágenes extraídas de:

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