Sólo será posible llegar a la liberación social erradicando el sexismo. -KurtCo

Decepción

sábado, 27 de marzo de 2010

Encuentro una canción. En la tele, en la radio, en la discografía de algún grupo que me he bajado. La escucho una vez, me hace gracia. Escucho otras. La vuelvo a escuchar. Me hace más gracia. La pongo un par de veces seguidas, pillo el estribillo o alguna frase suelta con la que me identifico y me engancha. Me duermo pensando en ella, me despierto pensando en ella, me ducho cantándola. En la oficina cuento las horas hasta que pueda salir, meterme en el coche y escucharla cada vez a más volúmen, hasta que la gente se gira a mirar a la macarra que va con la música a toda caña en una canica de coche.

Un buen día decido leer la letra que no he sabido entender entre los chrridos de mis altavoces y me encuentro con que una vez que soy una puta no soy nada más. ¿Perdón?

Pues sí, releo la letra al llegar a ese punto y resulta que la chica que canta me está contando cómo le robé a su novio y por eso soy una puta y que no me va a perdonar y que ahora ella tiene al chico así que me puedo ir jodiendo. Que en el mundo hay miles de chicas que hacen las cosas igual que yo y que no valen una mierda. 

¿Perdón?

Después de leer algo así ¿cómo podría tolerar escucharlo diariamente? Por mucho que me encante la música, el aspecto melódico/instrumental. O incluso parte de la letra cuando no me cuenta lo puta que soy.

No puedo tolerar escuchar un grupo cuya carta de presentación incluye esa canción. No puedo escuchar a gente que considera que esas ideas son correctas. No puedo, porque estaría traicionándome a mí misma además de exponerme a insultos que no me afectan de manera positiva en absoluto.

Así que, gente que me lee y gente que no me lee. No voy a escuchar más a Paramore. Me han traicionado, como una relación idílica que termina en trágico desencanto. Igual.

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